«La gente no odia lo suficiente a los periodistas»

Javier Milei, ha captado la atención pública con su estilo provocador y sus ideas anarcocapitalistas, cuando distintos medios lo vieron como un personaje simpático e inofensivo que de apoco, iba desarrollando ideas que podrían ser muy bien explotadas en programas de chimentos o algún que otro segmento de reflexiones políticas.

Por Jesús Marcelo Delise [email protected]

Su irrupción estuvo marcada por su presencia en los medios, que inicialmente lo presentaron como un personaje excéntrico y luego como un analista económico con posturas no convencionales.

Su enfoque ultraliberal y su crítica al sistema tradicional, han generado tanto admiración como controversia, especialmente por sus declaraciones y propuestas que desafían las normas establecidas.

Por otro lado, al día de hoy, Javier Milei ha intensificado sus críticas hacia el periodismo, lo que ha generado un debate sobre la tolerancia y el respeto en el ámbito político.

Sus declaraciones, como la idea de que, han sido interpretadas como un ataque directo a la libertad de prensa.

Además, su retórica polarizarte parece buscar deslegitimar a los medios, lo que algunos consideran una estrategia para consolidar su base de apoyo.

Santiago CaputoEste tipo de confrontación plantea preguntas importantes sobre el equilibrio entre la crítica legítima y el respeto por las instituciones democráticas.

En el día de Ayer un incidente protagonizado por Santiago Caputo, asesor presidencial, durante el debate de candidatos porteños ha generado una fuerte reacción en el ámbito periodístico.

Según los reportes, Caputo intimidó al fotógrafo Antonio Becerra, quien estaba acreditado para cubrir el evento, al tomarle la credencial y fotografiarla con su celular.

Este gesto ha sido interpretado como una amenaza directa hacia el periodista, y ha sido condenado por diversas entidades de prensa.

Caputo, quien tiene influencia en áreas clave del gobierno como la SIDE y ARCA, parece reflejar el creciente enfrentamiento del oficialismo con el periodismo, una postura que también ha sido respaldada por el presidente Javier Milei.

Gesto vigilante de Santiago Caputo con un fotógrafo porque lo enfocaba

Este tipo de acciones plantea preocupaciones sobre la libertad de prensa y el respeto hacia los profesionales de la comunicación.

Es un tema que no solo afecta a los involucrados, sino que también abre un debate más amplio sobre el rol de los medios en una democracia.

Es imposible no conectar este tipo de actos con los momentos más oscuros de la historia argentina, como la última dictadura militar (1976-1983), cuando la desaparición forzada de personas se convirtió en una herramienta de represión estatal.

Periodistas, activistas y opositores eran objetivos frecuentes, y el miedo se utilizaba como un arma para silenciar voces disidentes

Aunque vivimos en un contexto democrático, cualquier gesto que recuerde esas prácticas genera una alarma legítima.

Suman 223 los periodistas y trabajadores de la Comunicación desaparecidos |  La tinta

La libertad de prensa y la protección de quienes ejercen el periodismo son pilares fundamentales para evitar que se repitan esos horrores.

Javier Milei ha convertido sus enfrentamientos con la prensa en un espectáculo mediático que parece diseñado para consolidar su narrativa y atraer atención hacia su figura.

Sus constantes críticas y ataques a los periodistas, como la frase «la gente no odia lo suficiente a los periodistas», han generado un debate sobre los límites de la libertad de expresión y el respeto hacia los medios de comunicación.

Este enfoque polarizarte no solo refuerza su imagen de outsider político, sino que también, pone en riesgo la relación entre el gobierno y la prensa, un pilar esencial en cualquier democracia.

El reciente posteo del presidente Javier Milei en su cuenta de X, donde sostiene dos pastillas (una roja y otra azul) sobre un fondo con códigos verdes, es una clara alusión a la película Matrix (1999). En el film, estas píldoras simbolizan una elección crucial: la roja representa el acceso a la verdad, aunque sea dolorosa, mientras que la azul ofrece la comodidad de una ilusión.

Este tipo de simbología ha trascendido el cine y se ha convertido en un recurso recurrente en ciertos grupos, como los incels, quienes reinterpretan la «píldora roja» como una revelación sobre las dinámicas de género y relaciones. Además, producciones recientes como la serie Adolescencia han explorado cómo estos mensajes se infiltran en las redes sociales, ampliando su impacto cultural.

El uso de esta metáfora por parte de Milei parece ser una estrategia para reforzar su narrativa política, apelando a la idea de «despertar» frente a un sistema que él considera defectuoso.

Lo cierto es que estamos lidiando al borde del abismo y cualquier mal movimiento puede involucrar al caos  total. Es hora de detenerse y entender que esto no es libertad, sino más bien un atropello a los derechos individuales y colectivos y si bien estamos en condiciones de revertir esta situación, seguir caminando por la cornisa, puede ser un camino sin retorno.