Diariolamuynegra

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En Tiempos De Lionel Messi Argentina campeón

El Mate, el Asado, las Empanadas y la Milanga, El dulce de leche, el Fernet,  el Tango, la Fiesta de la Vendimia,  la Fiesta Nacional del Lúpulo, Y el fútbol, siempre está el fútbol,  más que un deporte,  un arte. Un  conector entre los pueblos, una verdadera sinfonía que suena al ritmo de la popu,  porque claro, el fútbol es popular, el fútbol es parte de ese populismo que tantos critican y odian,  porque aunque usted no lo crea,  hay odiado res para todos, incluso para los Messi, o para los Escalones y en definitiva, también  hay odiado res para el fútbol.

 

Por Jesús Marcelo Delise jmdjesusmarcelo@gmail.com

 

Lamentablemente muchos tratan de ver  a nuestro deporte nacional en el precipicio y no en la gloria,  se cansaron de odiar y odiaron cuanto pudieron hasta que la Escaloneta de la mano del. Messi venido a Maradoniano,  se desató de tal manera,  que  ya no hay posibilidad de odio, porque la gloria, es contundente.

El deporte Argentino  tiene incrustado en su ADN la pasión futbolera sin distinción de clase social.  Cuando el silbato suena,  se crea un tejido de alegría masiva alrededor de las heridas que puedan darse ante las adversidades que azotan no solo a nuestro  pueblo, sino al  mundo entero.

 «El fútbol en Argentina nos representa, nos viste, nos exhibe; con lo bueno y lo malo nos desnuda, nos deja de cara frente a nuestras miserias y nuestras virtudes. Yo diría que es imposible concebir a la Argentina sin el fútbol».

Argentina es tango, es mate y dulce de leche, pero claro, la argentina es todo eso y mucho más,  porque el fútbol ha creado embajadores que serán eterno, que serán visto como héroes nacionales y peor aún,  serán visto como Dioses.

Diego Armando Maradona, Lionel Messi, Mario Kempes, Alfredo Di Stefano, Enrique Omar Sívori, Daniel Passarella, Ubaldo Matildo Fillol, Gabriel Batistuta, Juan Román Riquelme y tantos otros,  han puesto el nombre de nuestro deporte en lo más alto,  allí donde los dioses sólo pueden ser alabados.

.EL futbol,  es parte de los pueblos, es parte de nuestro pueblo; no podemos imaginarnos cómo sería nuestra vida sin fútbol. Somos hincha pasionales  y solo queremos ver a nuestro equipo ganar, el cómo,  es un elemento circunstancial,  primero ganar y después vemos cómo y así,  la rivalidad es un folklore que nos identifica.

En Argentina hablamos de grieta, una grieta  cuando pensamos en nuestro futuro y hasta una grieta más grande cuando hablamos de nuestro pasado,  pero increíblemente, hay un punto donde convergen todas las ideas, todas las ideologías  y todas las religiones  y claro,  es cuando juega la selección. El himno se transforma en el padre nuestro Nacional y justo al sonar la primera pitada de un  silbato,  pocas cosas resultan tan inmaculadas.

El fútbol es el argentino y el amor por la vieja,  las peregrinaciones hacia el club de nuestros  amores que salían de la  mano del viejo  y entonces,  nos iniciamos en el ritual de los domingos, junto al chori, ese chori tan bastar diado por aquellos que están convencidos, un buen chori, solo pertenece a una clase que tranquilamente debería ser despreciada. Los trapos, las manos que se agitan…los dedicados al histórico rival, el infaltable «vos sos de la B» para quien militó en las filas del ascenso, el réferi y los cordiales saludos a su familia, ese or-sai inexistente por el  que también la liga el línea. Gargantas que revientan cuando el crack del equipo cumple el sueño del pibe y desfonda las redes del Monumental, de la Bombonera o si me permiten,  de mi querido cilindro de avellaneda,  ¿Lo habrá soñado en sus tiempos de potrero, cuando un par de buzos estrujados en la tierra dibujaban un arco imaginario? El grito se hace uno, ese que mueve el cemento, ese que eleva miradas al cielo.

Usted me dirá,  «no es para tanto»  y yo le diré, «venga, acompáñeme hoy a la nueve de julio y vera que es para mucho más», «verá que si revuelve el cajón de nuestra historia, difícilmente encontrará a un hombre que nos haya hecho más feliz que ese tal Maradona salido de Fiorito, verá que ese Lionel Messi, criticado por muchos y amados por otros,  no solo hoy es el mejor jugador del mundo,  sino que nos hará sentirnos orgullosos por el resto de nuestros días». 

Hay un orgullo, que nuestros abuelos y nuestros padres compartieron con nosotros cuando nos confesaron  «yo viví en los tiempos del Matador Mario Kempes, yo viví  los tiempos de  Diego Armando Maradona». El mundial de Qatar llegó a su fin con sus buenas y malas,  pero nos dejó un regalo que recordaremos por el resto de nuestras vidas,  porque claro está, nosotros hoy podemos inflar nuestros pechos y decir, vivimos en los Tiempos De Lionel Messi y eso mis queridos amigos, no es poca cosa.