Cuando la seguridad se caranchea: la caída de “Pequeño J” y el oportunismo de Bullrich

La captura de Tony Janzen Valverde Victoriano, alias “Pequeño J”, en Lima, Perú, fue el resultado de una investigación paciente, articulada y silenciosa entre la Policía de la Provincia de Buenos Aires, el Ministerio de Seguridad bonaerense y las fuerzas peruanas, un trabajo profesional que exigía prudencia, coordinación internacional y respeto por los tiempos judiciales.

 

Jesus Marcelo Delise [email protected]

Apenas se concretó la detención, Patricia Bullrich salió a caranchear.

Sin haber participado, sin haber aportado, sin haber respetado el operativo, decidió salir por todos los medios a buscar protagonismo. Lo hizo con desesperación, como quien necesita figurar a toda costa, lo hizo con irresponsabilidad, como quien no entiende que en seguridad, el silencio es estrategia y el ruido es peligro.

Patricia Bullrich decidió salir por todos los medios a buscar ventaja política, y en ese afán de figurar, casi pone en peligro la captura del pequeño J.

Es una irresponsabilidad enorme, no sólo por lo que se arriesgó, sino por lo que revela, una forma de hacer política que no entiende de límites, que no respeta jurisdicciones, que no distingue entre protagonismo y oportunismo.

 

Cuando la seguridad se convierte en escenario, la patria se convierte en decorado, y cuando el silencio operativo se rompe por la vanidad de una funcionaria, lo que está en juego no es sólo una captura, es la seriedad de las instituciones.

Bullrich anunció la captura en redes como si fuera propia. Se adjudicó el trabajo de otros, y en ese afán de mostrarse, casi pone en riesgo la detención del prófugo más buscado por el triple femicidio de Florencio Varela.

No sólo se adelantó a los tiempos judiciales, sino que expuso públicamente datos sensibles que podían entorpecer la extradición.

Lo más grave, es que esta misma ministra, que ahora se cuelga medallas ajenas, fue quien retiró a Gendarmería de la Provincia de Buenos Aires, lo hizo en plena escalada del narcotráfico, buscando perjudicar al gobernador Axel Kicillof, lo hizo sabiendo que esa decisión debilitaba la capacidad operativa del territorio, lo hizo por cálculo político, no por estrategia de seguridad.

La caída de “Pequeño J” no es mérito de Bullrich, es mérito de quienes trabajan sin cámaras, sin tuits, sin micrófonos, es mérito de una policía que, pese al abandono nacional, sigue investigando, es mérito de un ministerio provincial que no necesita figurar para actuar, es mérito de una cooperación internacional que se construye con confianza, no con oportunismo.

Cuando la seguridad se convierte en escenario, la patria se convierte en decorado, y cuando la necesidad de figurar pone en riesgo la justicia, lo que está en juego no es sólo una captura, es la seriedad de las instituciones.