En su última aparición por cadena nacional, el presidente Javier Milei decidió adornar su discurso con una frase que, según él, encierra el espíritu de su gestión:
Por Jesús Marcelo Delise [email protected]
La cita no proviene de ningún tratado filosófico ni de los textos fundacionales del liberalismo, proviene de Batman: El caballero de la noche, y la pronuncia el Joker, el villano anárquico que encarna el caos absoluto.
Milei, en su afán por dramatizar su enfrentamiento con el Congreso, se apropia de esta línea como si fuera una revelación lógica, pero lo que hace en realidad, es copiar y pegar sin comprender.
La paradoja, que me incentivo a esta editorial aparece en el siglo III a.C. en el libro Han Feizi, de la escuela legalista china, allí, un vendedor se jacta de tener una lanza que puede atravesar cualquier escudo, y un escudo que puede detener cualquier lanza. Cuando le preguntan qué ocurre si usa su lanza contra su escudo, queda en silencio y de esa contradicción nace el término chino para “paradoja”: 矛盾 (máodùn), literalmente “lanza-escudo”.
La paradoja no es una pose. Es una pregunta que revela los límites de la lógica cuando se aplica sin contexto. Y Milei, al citarla como si fuera una genialidad propia, no hace más que exhibir su desconexión con la historia, la filosofía y la ética del poder.
Lo más grave no es el plagio, lo más grave es que el presidente de una nación se identifique con el Joker, el personaje que quiere ver arder el mundo.
Lo grave es que Javier Milei pretende convertir al Congreso, la casa de la representación popular, en un “objeto inamovible” que hay que destruir. y mientras cita paradojas milenarias, veta leyes que protegen a jubilados, personas con discapacidad y universidades públicas.
La paradoja real no está en el discurso, está en la vida cotidiana de millones de argentinos que enfrentan un Estado que se dice austero pero gasta millones en blindaje mediático, está en los hospitales que salvan vidas con recursos mínimos, mientras se recorta el presupuesto en nombre de una “libertad” que excluye. Está en los docentes que enseñan sin calefacción, mientras se celebran balances macroeconómicos que no llegan al aula, y está, sobre todo, en el debate público, donde los libertarios sólo saben responder con agresiones, como si la violencia fuera argumento, como si el grito reemplazara al pensamiento, como si el insulto fuera sinónimo de razón.
Si Milei quiere jugar a ser el Joker, que lo haga en un set de filmación. Pero que no convierta la política en una película de acción sin guion, sin ética y sin pueblo, porque el Estado no es una empresa, ni una franquicia de superhéroes, es un pacto de dignidad. y ese pacto no se rompe con frases de película, se rompe cuando se deja de gobernar para los que más lo necesitan.
Lo que Milei llama “libertad” no es libertad, es capricho, es imposición, es una versión torcida de la autonomía, donde sólo es libre quien está de acuerdo con él, donde disentir es traición, donde el congreso es un obstáculo, los sindicatos son enemigos, los periodistas son mercenarios, y los ciudadanos que reclaman son “nidos de ratas”.
Está muy claro que esto no es la libertad que defendieron nuestros próceres, no es la libertad que sostienen los médicos que salvan vidas en hospitales públicos, no es la libertad que enseñan con docentes en aulas sin calefacción, no es la libertad que se grita en las plazas cuando el hambre aprieta.
Esta es una libertad mal usada, es una libertad que se convierte en látigo, una libertad que excluye, que humilla, que destruye.
Yo quiero insistir si se me permite: lo más doloroso no es la cita, es la vergüenza cívica de ver al presidente de la Nación identificarse con un personaje que quiere destruir, que no propone, que no construye, que no dialoga, sólo goza del caos, sólo existe para sembrar miedo.
¿Desde cuándo la política se volvió una película de villanos? ¿Desde cuándo el liderazgo se mide por la capacidad de arrasar? ¿Desde cuándo la libertad se vende como un acto de locura?
La paradoja que Milei cita, la de la fuerza irresistible contra el objeto inamovible, no es una genialidad, es una contradicción lógica que, en su origen milenario, servía para mostrar los límites del discurso vacío, y eso es lo que hoy vivimos, un discurso vacío, adornado con frases de película que intenta justificar el desmantelamiento del Estado, el desprecio por la democracia, y el abandono de los más vulnerables.
La verdadera paradoja está en que quienes más necesitan del Estado y claro los que menos aparecen en sus discursos, y como si fuera poco, mientras, el presidente juega a ser el Joker y se disfraza de fuerza imparable, se burla del Congreso, Vveta leyes que protegen a jubilados, personas con discapacidad y universidades. Y lo llama libertad.
Señor Javier Milei: La libertad no es arrasar, no es humillar, no es imponer. La libertad es convivir con el otro, es respetar la diferencia, es construir con lo que no se parece a uno, es gobernar para todos, no para los que aplauden.
Si usted señor Milei quiere jugar a ser el Joker, hágalo en un set de filmación, pero por favor no llene a la política de vacío, no convierta a la política en una película sin guión, sin ética y sin pueblo, porque el Estado y perdón que sea reiterativo, no es una franquicia de superhéroes, es un pacto de dignidad, y ese pacto no se rompe con frases de película, se rompe cuando se deja de gobernar para los que más lo necesitan.
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