Victoria Villarruel le hizo morder el teclado virtual a Javier Milei. El Presidente buscó amedrentar con sus milicias digitales a su vicepresidenta y terminó estrellado contra la pared de la política real. La República Troll que edificaron los libertarios como reemplazo de las golpeadas instituciones argentinas, sirve para fantasear con la llegada del hombre gris de Parravicini, la Nueva Roma y cualquier otra pavada estrafalaria que busca impregnar a Milei el aura de elegido, pero tiene pocos votos en el Senado.
La Dama se bancó con sonrisa venenosa el injuriante ataque de los trolls, que dice que no mueve el investigado Cerimedo y les devolvió con sonrisa espléndida el primer rechazo a un DNU presidencial desde el regreso de la democracia. «Voten lo que tengan que votar, hay que hacer respetar al Congreso», despidió la vicepresidenta a los jefes de bloque en la noche del miércoles. Le hicieron caso.
La torpeza de torear a la vice con un comunicado de la Presidencia en el preciso momento que intentaba armar un consenso posible para sacar el DNU de la sesión de este jueves, registra pocos antecedentes. El texto entró en los teléfonos en medio de la reunión de labor parlamentaria. Fue suficiente. «El Gobierno Nacional espera que el Poder Legislativo no se deje cautivar por los cantos de sirena de quienes pretenden anotarse victorias de corto plazo», rezaba el texto, con obvia referencia al nombre de la vicepresidenta. Típica ironía fácil del vocero Manuel Adorni. Así les fue. Fin.
La derrota política del Gobierno terminó de poblar de luces rojas el tablero de los grandes empresarios, que esta noche torturaban los teléfonos de Macri y sus hombres más cercanos. «Cómo sigue esto?, Por qué se pelea con todos?», eran las preguntas que se repetían.
La inquietud de los empresarios no es casual. Hasta avanzada la sesión desde la Casa Rosada juraban que habían logrado bajar a 5 de los 40 senadores que decían que iban a votar contra el DNU. La mayoría de 37 necesaria para rechazar el decreto estaba destruida en el relato del Gobierno. La votación final arrojó 42 por el no al decreto. O sea, digamos, le pifiaron por 7 votos. Un montón. Pero además, hubo cuatro abstenciones inesperadas, dos cordobeses y dos misioneros. Abstenciones que agravan los interrogantes que se proyectan sobre el escenario probable en Diputados, donde el DNU jugará su partida definitiva.
Porque la cuenta que empezó esta noche es la de Diputados. La aritmética del poder que se activó es intentar trasladar a números de diputados la mayoría que rechazó el DNU en el Senado. El número mágico es 129. Peronistas más izquierda suman unos 105. Los radicales opositores de la línea Lousteau podrían alcanzar con el empuje de Manes entre 10 y 12. Y a eso hay que sumarle a muchos ofendidos del bloque de Pichetto. Final abierto.
«No tiene Gobierno, hay cientos de cargos sin cubrir, no cerró con Macri, no cerró con los gobernadores, se amigó y se volvió a pelear con la Iglesia, putea a los periodistas y al círculo rojo y ahora con apenas tres meses en el poder, abrió un conflicto grave con su vicepresidenta», sintetizaba un macrista con cabeza estallada por los esfuerzos que hace para darle cierta lógica política al gobierno de Milei.
Acaso ese sea el problema. En el mundo Milei la prioridad es mantener el relato. «Esta votación le permite a Javier decir que son todos lo mismo. Macri va a seguir intentado quedarse con el gobierno. El peronismo y la izquierda se van a unir mas, los sindicalistas se van a envalentonar y seguramente crezca el quilombo», sintetiza un dirigente libertario. El Karma de vivir al Sur.
Martín Menem, para sobrevivir, eligió convertirse en un simple delegado del Presidente en Diputados, para insultar a los diputados. Opuesto perfecto de Villarruel estalla las relaciones que debería cuidar como oro líquido si de verdad quisiera cumplir con su tarea, que es lograr que se sancionen leyes. «Ustedes son todos unos maleducados de mierda», le gritó el peronista Germán Martínez que se fue de la última reunión dando un portazo. Casi se van a las manos. Hay que ponerle muchas ganas para sacarlo al bonachón santafesino.
Los gobernadores dialoguistas le hicieron el uno dos al Gobierno. Comunicados de respaldo al Ejecutivo, mientras mandaban a un senador a votar en contra y el otro a favor o a abstenerse. Porque tienen una negociación en curso con la Casa Rosada. Vidriosa, pero es lo que hay. Entonces, como no hay acuerdo pero hay una luz -débil- de posible acuerdo, hicieron política. No les cuesta bailar al gobierno, porque del otro lado no hay nada.
En ese potro contradictorio de la no política que hace política, intenta sobrevivir Guillermo Francos. En una oficina vacía con teléfonos que no suenan nunca, el ministro del Interior es un televisor apagado.
Un intendente peronista de los importantes tiene una lectura pragmática: «Milei sabe que no tiene capacidad ni equipo para meterse en una negociación política, porque en diez minutos lo desvalijan. Por eso, sólo le queda sostener el relato hasta ganar o morir».
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