La marginalidad no se combate con más policías en la calle, con más patrulleros, con más armas, cámaras etc.
La marginalidad se combate con un trabajo integral y con los injertos necesarios para que la reparación de esa raíz social, sea parte de la transformación.
Por Jesús Marcelo Delise [email protected]
Ser pobre en Argentina.
Ser pobre no es una ofensa y la estigmatización, es meramente un fragmento de quienes titulan a la pobreza como el causal de los males, buscando sin lugar a duda limpiar sus impurezas.
La inclusión social, es un proceso que garantiza que las personas en riesgo de pobreza y exclusión social, ganen las oportunidades y los recursos para participar plenamente a la vida económica, social y cultural y así, gozar de un estándar de vida y bienestar que se considera normal en la sociedad donde viven.
También se asegura que estas personas, participen más estrechamente en el proceso de toma de decisiones que afectan sus vidas, haciendo uso de sus derechos.
La exclusión social en cambio, es un proceso mediante el cual, ciertas personas son empujadas a los márgenes de la sociedad y se les impide la participación plenamente por culpa de la pobreza en la que viven, o porque carecen de las competencias básicas y las oportunidades de aprendizaje durante el resto de su vida, o como resultado de la discriminación.
La exclusión social, aleja a quienes la padecen de las oportunidades de empleo, ingreso y educación, pero también de las redes de la comunidad sociales y de otras actividades.
Está claro, hombres y mujeres excluidos, son alejados del acceso al poder y a las instituciones de toma de decisiones y por lo tanto, a menudo se sienten impotentes e incapaces de tomar el control de las decisiones que afectan sus vidas diarias.
La raíz más importante en una sociedad, sin lugar a duda es la educación y las políticas de inclusión, tienen que estar orientadas al acceso universal a la educación básica y al mejoramiento de su calidad y equidad, sin embargo, todavía persisten importantes desigualdades educativas.
Desarrollar políticas que contribuyan a la equidad, es un paso más que importante para que la educación cumpla con una de sus funciones fundamentales; contribuir a superar las desigualdades de origen de los alumnos para avanzar hacia sociedades más justas, equitativas y democráticas.
En Argentina, aún no hemos alcanzado la universalización de la educación primaria, y persisten problemas de equidad en la distribución y calidad de la oferta educativa y en el acceso al conocimiento.
La educación, en los primeros años de vida para el desarrollo humano, es primordial y sus efectos preventivos y de equiparación de oportunidades, son el resultado con el que se beneficiarán nuestros jóvenes.
Buscar políticas que se construya sobre la base de estos principios, es un camino que debemos emprender sin demoras, si queremos para nuestra Argentina un futuro más próspero he igualitario.
La educación, debe fomentarse con equidad, permitiendo que los niños y niñas de medios socioeconómicos más desfavorecidos, ya sean del sector rural, de pueblos originarios o con discapacidad, logren las mismas oportunidades que quienes viven en situaciones más normales.
El aumento en el acceso a la educación secundaria, también es fundamental para asegurar mayores oportunidades de acceso al mundo laboral y está claro que si nos cuesta universalizar la educación primaria, más complejo será fomentar con éxito la educación secundaria, aquí, también se refleja inequidad.
La cobertura en este nivel educativo, ha sufrido avances en los últimos años, pero todavía es bajo, muy bajo su acceso.
Fomentar la integración de todas las personas en la sociedad, en particular las que viven en situación marginal, constituye el camino de la inclusión, los trabajos de asistencia social existentes, se han transformado en herramientas fundamentales a la hora de acortar la brecha de los que más tiene y los que más necesita.
En nuestra sociedad, muchos grupos de personas se encuentran en situación de exclusión social, bien sea porque sufren algún tipo de discapacidad o problema de salud, disponen de escasos ingresos, viven en zonas deprimidas que cuentan con un limitado acceso a los servicios, carecen de preparación y experiencia que los acerquen a posibilidades laborales favorables etc.
Estamos hablando de un pilar fundamental a la hora de fomentar una mirada integral, la educación es una de los pilares fundamentales a la hora de construir equilibrio.
Trabajo otro de los pilares sociales.
Fomentar la creación de más y mejores puestos de trabajo, apoyar la integración y la participación de los grupos desfavorecidos, y desarrollar una sociedad inclusiva, que sea accesible a todos, son los pasos que todo gobierno debería dar si pretende mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.
Hemos Hablado de educación, trabajo y claro que nos están faltando la salud como parte fundamental a la hora de la construcción de mejores oportunidades, pero si se me permite, dejaremos por momentos a la salud, no por ser un factor de menor importancia, sino por su complejidad y sus merecidas reflexiones y debates.
Lo que si estoy en condiciones de decir, es que la presencia del estado es fundamental a la hora de fortificar estos pilares.
La inseguridad.
La inseguridad tiene que ver con la brecha social tan extensa que hay entre los que más tienen y los que más necesitan,
Si queremos combatir a la inseguridad, tenemos que comenzar por acortar la brecha social permitiendo que la inclusión sea el camino, mientras que
la educación, la salud, el trabajo, sin lugar a duda sean las principales columnas que sostienen nuestras vidas, herramientas necesarias que permiten acortar esa brecha que nos divide y fomenta caldos de cultivos marginales.
Muchos eruditos, manifiestan que a la inseguridad se la combate con más patrulleros, cámara y personal uniformado en la calle y la verdad, es que con estas cuestiones, lo que hacemos es simplemente convocar a batallas campales donde las bajas son fuertes en ambos bandos.
No podemos dejar de lado a las entidades destinadas a cerrar el cerco para que quienes se proyecta contra la propiedad privada, incluso, contra la vida.
Lo que está claro, es que la raíz debe estar cuidada si queremos un cultivo sano.
Cuando un niño va a la escuela a instruirse y no a buscar una merienda o un único plato de comida, estamos construyendo futuro, cuando le damos salud y cuidamos su bienestar, estamos construyendo futuro, cuando le permitimos a ese niño justamente ser niño, respetando sus derechos y fomentamos sus obligaciones, estamos construyendo futuro, cuando le generamos igualdad de condiciones para educarse, estamos construyendo futuro, cuando le permitimos que se realizarse como persona en un trabajo digno, estamos construyendo futuro, cuando cerramos este círculo no cabe duda que estamos combatiendo a la inseguridad y en conclusión, estamos construyendo un futuro, donde aprendemos a respetarnos y a respetar a nuestros semejante.
Los jóvenes de 6 o 7 años ven a sus padres sin empleos, sin posibilidades de realizarse como persona, van a los clubs de su barrio y los encuentran cerrados, son parte de una sociedad educativa donde aparenta solo la posibilidad de estar en un comedor comunitario.
Ese caldo de cultivo, crece y a los 17 o 18 años. ya tienen la cultura del no trabajo, construyen su vidas sobre las broncas y la desesperanza de hombres y mujeres que desglosan un futuro aplastado por un capitalismo salvaje que les niega el camino a la dignidad.
hablamos de jóvenes, que hoy te roban, he inclusive te matan y queda claro que son producto de un sistema que los forjó y hoy, los usa como chivo expiatorio para decir que todo está mal, en esta Argentina que intenta con mucho esfuerzo salir de sus males devastadores, para respirar aires nuevos y llenos de futuro.
Estoy de acuerdo en que la honradez no materializa posición social, pero también pensemos que las necesidades llevan a la desesperanza y en conclusión, a la desesperación.
Lo cierto es que la falta de educación proyecta en nuestros jóvenes un caminos de auto educación entre la miseria de la ignorancia, más el compañerismo del facilismo y entre estas cuestiones, nace la delincuencia juvenil, que termina poblando las cárceles o cayendo por las balas de quienes implantan las leyes.
El ser pobre, no implica darle la espalda a la honradez, pero está claro que la pobreza es un chivo expiatorio, de quienes necesitan del caos para beneficiarse.
Hay jóvenes que nos roban y nos lastiman, pero hay hombres que trabajan para estructuras especulativas acumuladoras de poder, que asesinan a millones, fomentando la pobreza y en conclusión, a la ignorancia.
Si acortamos la brecha que nos divide, lograremos con mucho esfuerzo abordar un camino cargado de respeto, donde la libertad no sea manoseada por el libertinaje.
No alcanza con gritar viva la libertad carajo, Ser libre, es una práctica de derechos y obligaciones, pero para ponerlas en práctica, tenemos que entender que somos argentinos y nos merecemos igualdad de condiciones sin importar nuestro color de piel, credo o posición ideológica, solo basta con tener sangre de la roja y un alma que sea templo de Dios.
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