Osvaldo Jaldo fue el primer gobernador de la oposición en saltar la tranquera y anunciar su apoyo a la ley ómnibus, luego Bases, que había enviado Milei al Congreso. Así, obligó a sus diputados a salir del bloque de UxP. Cuando Javier Milei anunció el Pacto de Mayo, que en un principio era en Córdoba y el 25 de mayo, Jaldo blandió su lapicera dispuesto a firmar el acuerdo. Ahora, que se hace su provincia, el gobernador tucumano no sólo organizó un gran festival de música frente a la casa de gobierno, sino que también implementó un imponente operativo de seguridad al estilo de los que aplica Patricia Bullrich en la ciudad de Buenos Aires que implementó una zona de exclusión de varias cuadras a la redonda de la plaza principal. Al final, el protocolo antipiquete tucumano terminó reprimendo y deteniendo a un grupo de militantes que estaban en la organización de un acto y olla popular contra el pacto que se llamó «Ite al pingo Milei». También lo hicieron en otro que hacían organizaciones de izquierda. Los policías tucumanos distribuyeron empujones, insultos, gas pimienta y detuvieron al menos a cuatro personas y una mujer fue internada por los golpes recibidos.
Con la fe de los conversos, Jaldo soberactuó tanto su adhesión al Pacto de Mayo que aplicó el protoco antipiquetes a pesar de que la provincia no adhirió. Sorprendió además que los medios locales no dieran cuenta de la represión. En rigor, tampoco habían publicado la convocatoria de las organizaciones que protestaban contra la presencia del Presidente. Solo la coalición de medios alternativos La Nota Tucumán, Meta Crisis, Agencia Anita y La Palta, relataban lo sucedido a través de un streaming que implementaron para la ocasión.
El acto «Ite al pingo Milei», una frase imperativa dicha con modismos muy tucumanos que le ordena a alguien que se marche de inmediato, se iba a realizar en la plaza San Martín, ubicada a unas diez cuadras al sur de la casa de gobierno y fuera de la zona de exclusión que había impuesto el operativo de seguridad.
Según relataron testigos de lo sucedido –que comentaron en el streaming de la red de medios populares– cerca de las 18.30 un grupo de militantes de Patria Grande se acercaban a la plaza con los equipos de sonido. En tanto, otro grupo del Movimiento de Trabajadores Excluidos se aprestaba a bajar los insumos para la olla popular que pensaban preparar.
Todo quedó interrumpido cuando apareció la policía tucumana que en ningún momento quiso entablar un diálogo y con empujones, insultos y golpes comenzaron a expulsar a los militantes. De repente una mujer se desplomó fruto de un golpe y comenzó a convulsionar. La sacaron sus compañeros y la llevaron a uno de los hospitales provinciales cercanos a la plaza San Martín.
No terminó allí la cosa. El ataque policial no se detuvo, evitó que se pusieran los equipos, liberó la zona y muy cerca de allí, frente a los tribunales provinciales, reprimieron a organizaciones sociales y políticas que hacían un acto y que luego alguna de esas organizaciones se traslararían al festival «Ite al pingo Milei». No los dejaron. Además de golpes también lanzaron gas pimienta y detuvieron a tres personas más.
La policía tucumana aplicó la misma estrategia que las fuerzas de seguridad nacional, subieron a los detenidos y los hicieron «pasear» por varias comisarías. Sobre el que más hubo temor fue el caso de Jesús Ruiz, de Patria Grande, que lo detuvieron por filmar los empellones y lo subieron a una camioneta roja no identificada.
También detuvieron a Walter Díaz, dirigente de Adiunt (docente universitario), Daniel Leal de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y Peter Delgadino del Frente Barrial 19 de diciembre. Todos los detenidos fueron asistidos por los abogados de la organización Andhes.
La CCC, que había movilizado sus militantes de varias localidades ubicadas al sur de la provincia en colectivos, fueron detenidos poco antes de ingresar a la capital tucumana. Prácticamente a la vera de la ruta 38, la policía los hizo bajar de los ómnibus, que los terminó secuestrando, y le recomendaron a los militantes que se regresaran a sus ciudades. Los dejaron prácticamente tirados en el camino padeciendo el intenso e inusual frío tucumano.
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