No Importa cuánto nos esforcemos por reclamar un debate justo, no importa si la verdad existe o es un fantasma que prefiere permanecer en el anonimato, no importa si ayer estuvimos mejor o peor, no importa si los discursos están sujetos a realidades intachables o a divagues de algún loco de turno y lo peor de todo, no importa si la vida vale dos disparo en la frente.
Por Jesus Marcelo Delise jmdjesusmarcelo@gmail,.com
Lo que sí parece importar y mucho, es quien puede hablar de libertad mientras escupen a los que piensan distintos, y así, dejando en claro que, hablar de república, es un libreto cómico confeccionado para la TV, la derecha inmaculada interpreta uno de sus mejores papeles donde la estupides y el odio son sus mejores protagonistas.
Los mensajes de odio tienen consecuencia muy violentas y en estos últimos tiempos, mostro su peor cara de la mano de dos don nadie, que después fueron cuatro y después se multiplicaron para tejer una red de odiado res dispuestos a dar carta blanca a su locura.
Alguna vez hablar de ideologías valía inflar el pecho y sentirse orgulloso de valores que nos supieron incultar, pero claro, somos una especie muy extraña los Argentinos y en consecuencia, esas convicciones que en algun momento nos hacia sentir orgullosos, hoy perecen vivir mejor en algun cajon del olvido
Cuando pienso en la derecha argentina pienso en Charles Darwin, quien fue sin lugar a duda el científico naturalista que más contribuyó al estudio de las especie.
El origen de las especies, fue el primer relato convincente y claro, acerca de la teoría de la evolución y de la selección natural. La obra de Darwin fue capaz de explicar en forma simple, que las especies cambiaban como resultado de una necesidad nueva; que la lucha por la supervivencia eliminaba las variaciones desfavorables y sobrevivían las más aptas; que el número de individuos de cada especie permanecía más o menos constante; mientras explicó, por medio de descripciones minuciosas, cómo variaban en todos los aspectos las distintas especies según el entorno.
Pero sus observaciones se hubiesen detenido por estos años en nuestra Argentina tan compleja y tan dispar, ya que los argentinos somos una especie que tiene variantes muy complejas y muchas veces difíciles de descifrar.
Somos muy buenos arruinando buenas ideas, o deteriorando a grandes sujetos de la historia, incluso, desfigurando a la mismísima historia. Alguna vez nos preguntamos quien es el mejor argentino de nuestro pasado, y un poco por desconocimiento y otro poco por nuestra idiotez, caemos en el infantilismo de mencionar a personas que no se destacaron por ser mejores.
Levantamos la venderá de la libertad y cantamos el himno nacional en algún estadio mientras saboreamos una cerveza helada y así, con esta reflexión molesta me atrevo a dar por sentado que ninguno de nosotros estaría dispuesto a llevar adelante el sacrificio de encabezar la gesta libertadora de nuestro propio pueblo y muchos menos de los vecinos.
Descorchamos botellas, bailamos y gritamos al ritmo de la gambeta de Maradona, lloramos, nos abrazamos y sentimos como nuestra transpiración se mescla entre la algarabía y ese alocado momento de felicidad y aclaro, nunca dejare de decir que Maradona fue el más grande, pero vale el ejemplo para marcar lo estúpidos que somos cuando le damos la espalda a nuestra historia
Por ejemplo, tuvimos al mejor cardiólogo, al más solidario, al más humilde, trabajador y sencillo que termino suicidándose con un disparo en el corazón, ya que no estaba dispuesto ver naufragar la fundación que montó para salvar vidas.
Tuvimos a uno de los tres generales más homenajeados en el mundo occidental, con estatuas en Estados Unidos, Francia y el Reino Unido, pero por esas cosas de la vida, prefirió morir a un océano de distancia.
Músicos, deportistas, actores, cineastas, científicos. ¿El mejor del mundo? ¿Quién es el mejor del mundo que nos haya tocado en suerte? No importa, los argentinos somos una especie rara que ni Charles Darwin entendería y por ende, ser argentino siempre puede ser complicado, básicamente porque siempre sabemos cómo arruinarlo todo.
El odio político parece ser un imán que atrae a distraídos, atrae a quienes no pretenden perder el tiempo comprometiéndose con la reflexión sino todo lo contrario, más bien aceptan el facilismo de repetir los eslogan que se hacen fuerte en show televisivos y adquieren un gran filo de la mano de algunos periodistas mal llamados independiente.
El odio tiene su propio militante que aglutinan a inexpertos, o despojados de toda esperanza y el resultado de esa militancia, habla de destruir y claro, tiene efectos catastróficos.
Los discursos de odio ya son parte del paisaje de una argentina que parece no encontrar el camino y busca poner el foco en los promotores de la violencia contra el pueblo. Sin embargo, quedarse solo en eso, desconoce otro aspecto de la realidad que nos circunda.
Hay mucha gente pobre, muchos pueblos genuinamente enojados con la dirigencia política que le da la espalda. Si desde las fuerzas populares no se sintoniza de mejor forma con esas broncas, serán otros quienes expresen esos enojos. Milei, por caso. “Odiador” profesional, antizurdo y antiperonista por igual. Así y todo, el político que más creció en las villas y barrios populares. A no hacernos los distraídos con eso.
En la historia argentina abundan los comportamientos donde las figuras representativas de los sectores populares ocupan la centralidad del odio de otros intereses sociales, Podemos tomar como ejemplo el caso de Moreno y su proyecto jacobino que terminaron en el fondo del mar, o podemos reconocer a un San Martín naufragando en el exilio; Dorrego con el partido popular, fusilado por el partido unitario; la represión después de Caseros y Rosas al exilio, las expediciones metristas a las provincias después de Pavón, el asesinato del Chacho Peñaloza entre tantos otros…
Desde la chusma radical encabezada por Irigoyen y el aluvión de negros o descamisados con la conducción de Juan domingo Perón y Eva Duarte, el odio político es un modo de reconocimiento entre pares, es decir, odiado res de lo mismo que como es lógico están sujetos a un axioma en nuestro país o mejor dicho en toda Latinoamérica, nada de lo popular es bueno.
La esencia es odiar a lo Popular, lo popular representan una amenaza y por lo tanto Son merecedores de todo el odio posible, no hay espacio para la reflexión, por el contrario, cualquiera que pretenda ejercer el pensamiento crítico será… odiado de inmediato.
Existe un comportamiento complementario del odio, como si con el odio mismo no bastara y en consecuencia es necesario agregarle un condimento más para alcanzar la excelencia y ese complemento no es otra cosa que la humillación.
Aquellos que son objeto del odio leí en algún portal con buena madera, no sólo deben ser vencidos, es preciso que sean humillados.
Seguramente el odio merece una legitimación y la humillación que comienza en todo los canales del grupo más poderosos de comunicación del país para después trasladarse a esos sectores derechizados, algunos por concepciones ideológicas y otros por la incapacidad de detenerse a la hora de reflexionar, son la daga filosa que lastima y con la presa herida, dan rienda suelta a la pata judicial para acertar la estocada final y claro, si con todo esto no es suficiente, seguramente dos vendedores de copitos de nieve pueden gatillarte en la frente de la muje mas importante de la argentina y dejar en claro que el odio es la consecuencia de tanta mierda que anda suelta.
Desde hace ya mucho tiempo, tener razón sólo porque la otra opinión no existe parece ser la única respuesta racional que direcciona la derecha odia dora ordeñada por los poderosos, y claro, el actual odio contra la Presidenta del Senado, es porque Cristina hace presente un determinado imaginario.
Hablamos del sistema de representaciones tradicional del peronismo, encarnado en Evita y las tres presidencias de Perón, que evocan justicia social, libertad económica y soberanía política. Es el voto femenino y es distribución del ingreso, gratuidad de la universidad, movilidad social ascendente. Sindicatos. Sociedad civil. Planificación. Es un determinado estilo de desarrollo, un modelo de país, un proyecto político.
Pero claro que la historia continúa y evoca a Néstor, es parte de ella. Néstor es quien saca a la Argentina del infierno –esa disolución nacional del 2001-, elimina al Fondo Monetario Internacional de los esquemas de poder, recupera ingresos para los asalariados es decir duro con los fuertes y humilde con los débiles mientras nos da una clase de liderazgo enseñando que siempre hay que duplicar la apuesta.
Seguramente duplicar la apuesta fue el resultado de Cristina por dos, los dos gobiernos de la propia Cristina y la Nacionalización de las AFJP que recupera las jubilaciones, YPF con el petróleo, empresas de servicios públicos… además de nuevos derechos para minorías hasta entonces ignoradas.
Hay un viaje que comenzó en el 2001 y se incrustó en el consiente colectivo de más del 50% de los argentinos, es sin duda un imaginario centrado en Cristina, que por cierto no lo buscó, aunque lo ejerce. Y allí en las mediaciones de plaza de mayo, lugar histórico donde las revoluciones argentinas hicieron historia con cientos de banderas flameando y el grito de viva la patria, o con argentinos enfrentados contra otros argentinos mientras las baldosas se teñían de rojo, pudimos escuchar algunas razones de la presencia de los presentes. ¿Por qué está aquí? Mi abuela se jubiló, yo tuve trabajo, mi hijo recibió una notebook. Me pude ir de viaje. Mi empresa mejoró. Es que el peronismo, con su infinita cantidad de errores, tiende a distribuir mejor las proteínas, los ingresos y también las esperanzas, y entonces, no basta destruir las conquistas. Hay que liquidar hasta el imaginario, y ese imaginario es Cristina.
Qué ironía, el contraalmirante Arturo Rial en 1955 supo esbozar unas palabras «sepan ustedes que la Revolución Libertadora se hizo para que en este bendito país el hijo del barrendero muera barrendero». Y aquí el final del cuento, ya que la hija de un colectivero y una gremialista, fue Presidenta dos veces (hasta ahora).
El argentino, sin lugar a duda es una especia muy compleja, y al día de hoy, tan compleja que el mismísimo Charles Darwin estaría muy confundido si pretendiera analizarla. Mientras tanto, el odio y la humillación son el plato fuerte en un costado de esta vendita patria y del otro lado, Bueno, del otro lado todavía hay esperanzas.
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