Tierra, Fe y Despojo: Crónica Profunda del Conflicto y la Sumisión

A finales del siglo XIX, el antisemitismo europeo empujó a comunidades judías a buscar un “hogar nacional” en Palestina, un territorio entonces bajo dominio otomano.

En 1896 Theodor Herzl publicó El Estado judío, y en 1897 se celebró el primer Congreso Sionista en Basilea, declarando el derecho de los judíos a establecerse en Palestina.

Entre 1904 y 1914 llegaron la Primera y Segunda aliyá, creando los primeros kibutz y reviviendo el hebreo como idioma del Yishuv.

 

Por Jesús Marcelo Delise [email protected]

La tierra que hoy llamamos Palestina ha sido sagrada para judíos, cristianos y musulmanes desde hace milenios, pero desde fines del siglo XIX, como dijimos, con el surgimiento del sionismo europeo y el colapso del Imperio Otomano, comenzó una colonización sistemática.

Acuerdo Sykes-Picot - Wikipedia, la enciclopedia libreDurante la Primera Guerra Mundial, las potencias aliadas negociaron con árabes y sionistas por separado. El acuerdo Sykes-Picot (1916) definió las zonas de influencia británica y francesa en Oriente Medio, mientras que el compromiso MacMahon prometía a los árabes un Estado independiente en gran parte de esa región a cambio de su rebelión contra los otomanos.

Tras la guerra, Gran Bretaña recibió el Mandato sobre Palestina, en 1917 la Declaración Balfour apoyó públicamente un “hogar nacional judío” en la región, desatando tensiones con la población árabe local que veía peligrar su futuro y sus tierras ancestrales.

Durante las décadas de 1920 y 1930, disturbios y revueltas enfrentaron a judíos y árabes, hecho que el Mandato británico no logró contener.

En 1947 la ONU propuso dividir Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe. Los líderes sionistas aceptaron el plan; los árabes lo rechazaron, estalló la guerra civil y, al declarar Israel su independencia el 14 de mayo de 1948, más de 700.000 palestinos fueron expulsados o huyeron, inaugurando la Nakba, «la catástrofe» que persiste en el recuerdo colectivo palestino hasta hoy.

En junio de 1967, tras la Guerra de los Seis Días, Israel ocupó Cisjordania, Jerusalén Este, Gaza y los Altos del Golán, quedándose de facto con territorios donde vivían millones de palestinos sin que mediara acuerdo internacional definitivo a partir de entonces, la construcción de asentamientos en tierras ocupadas avanzó sin pausa, consolidando hechos consumados sobre tierras reclamadas por dos pueblos.

La Franja de Gaza quedó convertida en una prisión a cielo abierto con un cerco devastador, controles militares, restricciones de movimiento, cortes de agua, electricidad y bloqueo de suministros básicos, este estado de cosas alimentó ciclos de resistencia armada, intifadas y represalias brutales que mantienen vivo el miedo, el odio religioso y la desconfianza mutua.

30 años de los Acuerdos de Oslo, la paz de los valientes que ilusionó a  Israel y PalestinaEn 1993, los Acuerdos de Oslo abrieron una esperanza de solución de dos Estados al establecer la Autoridad Nacional Palestina y prever la retirada israelí de Gaza y parte de Cisjordania, la muerte de la confianza bipartita, el asesinato de líderes y la radicalización de las posturas dejaron en suspenso cualquier acuerdo duradero.

La división interna palestina entre Fatah en Cisjordania y Hamás en Gaza dio paso a gobiernos paralelos y guerras intestinas, mientras los sucesivos gobiernos israelíes endurecían la política de asentamientos y reforzaban el control militar.

Las potencias internacionales oscilaron entre gestos simbólicos y presiones tibias, sin lograr romper el estancamiento.

Octubre 2023 merece un título aparte. La escalada genocida

El 7 de octubre de 2023, un ataque de Hamás desató una respuesta militar israelí sin precedentes contra Gaza, Bombardeos indiscriminados, bloqueos totales y ofensivas terrestres arrasaron barrios enteros. Según organizaciones humanitarias, decenas de miles de civiles, en su mayoría mujeres, niños y ancianos, murieron bajo los escombros o de hambre y sed, el acceso a agua, alimentos y medicinas fue utilizado como arma de guerra.

La ONU y la comunidad internacional denunciaron crímenes de guerra, limpieza étnica y posible genocidio. Se descubrieron fosas comunes y testimonios de torturas.

La franja, todavía más fragmentada, vive el horror de un exterminio lento y calculado, empujado por una narrativa oficial que invoca mandatos bíblicos para legitimar el exterminio.

El fanatismo al poder: la política exterior bajo el gobierno de Javier Milei  – enREDandoSumisión de Milei y la traición al pueblo

Mientras el mundo condena este horror, Javier Milei decidió retirar la embajada argentina de Palestina y subordinar nuestra voz a la de Washington y Tel Aviv, ofrece recursos al agresor, mientras en Argentina crece el hambre, el desempleo y la ausencia estatal.

Milei sin lugar a dudas, se somete a caprichos foráneos, abraza una política exterior que bendice la masacre y sonríe al lado de un primer ministro acusado de genocidio.

No es diplomacia; es culto al poder, en nombre de la “libertad”, sacrifica la dignidad de millones que fueron despojados de su patria, en nombre de la fe, se arrodilla ante torturadores, en nombre de la alianza, calla ante niños muertos.

Ese es el costo de vender nuestra soberanía y silenciar la voz de la memoria.

Señalan a la Argentina de Milei como “apéndice funcional de Israel en su  guerra no declarada” - ANDigitalComo católico, como argentino

Me niego a aceptar que mi fe bendice el exterminio, me niego a creer que el crucifijo exige silencio ante la tortura, me niego a que mi país sea cómplice de la matanza.

Argentina, tierra de exilios, de abrazos, de memoria, no merece un presidente que se fotografía con un asesino mientras su pueblo llora.

La historia seguramente juzgará, pero antes, debemos juzgar nosotros, como ciudadanos, como creyentes, como humanos.

No hay neutralidad posible ante el genocidio, no hay diplomacia que justifique la sangre. No hay Biblia que bendiga el crimen.

Que esta crónica, sea un llamado a la conciencia de los pueblos, al coraje de los creyentes, a la justicia que exige no mirar hacia otro lado.

Ninguna cruz bendice el exterminio. Ninguna bandera tapa la miseria ajena. Argentina merece un presidente que levante la voz, no que se pliegue al horror.