Dicen que los argentinos “ya no necesitarán visa” para visitar Estados Unidos. Que nos espera el turismo, los negocios, las compras en Miami.
Lo que no te dicen, es que, para alcanzar ese “privilegio”, estamos entregando Tierra del Fuego, sus trabajadores, sus recursos, su geografía estratégica y su dignidad institucional.
Por Jesús Marcelo Delise [email protected]
Lo que parecía una alianza diplomática se revela como una arquitectura geopolítica que pone en juego soberanía, territorio y recursos esenciales.
El anuncio del ingreso al Visa Waiver Program puede parecer en la superficie, una apertura beneficiosa para millones de argentinos, pero detrás de esa promesa de movilidad, se esconde una arquitectura de cesión estratégica que merece ser desmenuzada.
Desde la Oficina del presidente se celebra la posible incorporación al Visa Waiver Program como si fuera un logro diplomático, pero este programa exige condiciones que comprometen la soberanía, acuerdos de seguridad binacionales que incluyen intercambio de información biométrica y judicial, facilitación de deportaciones y repatriaciones, cooperación militar “estratégica”, que se traduce en instalación de bases.
Mientras se habla de movilidad y turismo, se avanza con decretos como el 950/2024, que cede inmuebles militares sin deliberación democrática.
Tierra del Fuego: ¿Nuevo Guantánamo?
Una analogía con Guantánamo no es exagerado, lo que se proyecta es una zona de excepción, donde EE.UU, podría operar sin rendir cuentas con extraterritorialidad jurídica y control sobre rutas antárticas y recursos naturales.
Hablamos de Base Naval Integrada en Ushuaia, con puerto para submarinos nucleares y polo logístico para operaciones antárticas, más participación directa de fuerzas estadounidenses.
También tendremos un régimen industrial destruido ya que la caída de los beneficios fiscales, dejó a cientos sin trabajo, facilitando el despoblamiento y la instalación militar.
Por otro lado, habrá una extraterritorialidad jurídica,. y las tropas de EE.UU operarían sin someterse a la justicia argentina.
Nuestros recursos están en juego, nuestras rutas marítimas será lo más crítico del Atlántico Sur, con sus proyección hacia la Antártida y sus recursos que ello implica.
Pesca, agua dulce, litio, tierras raras, todo esto se negocia, mientras se apaga el debate público y se silencia a los trabajadores expulsados de su territorio.
Mientras celebran una visa como si fuera un trofeo, las fábricas de Tierra del Fuego apagan sus motores, lo que antes era trabajo, arraigo y producción, hoy es desalojo y abandono, ya que el régimen de promoción industrial fueguino que sostenía cientos de familias fue desmantelado en nombre del libre mercado… pero al servicio de un mercado ajeno.
La instalación de bases militares en Ushuaia y Río Grande no es un gesto de cooperación, es el dibujo de una nueva frontera colonial, donde lo argentino se vuelve plataforma de otro y la Antártida deja de ser proyección de soberanía para convertirse en tablero ajeno. Una Guantánamo austral, donde las potencias operan sin rendir cuentas ni mirar a los ojos.
Argentina, una vez más, entrega lo que no debería tocarse, territorio, industria, recursos, dignidad. El rey que produce dinero sin dinero Javier Milei, una vez más se presenta no como estadista, sino como monigote de utilería divertido para los poderosos, útil para sus negocios, funcional al despojo.
Kristi Noem y la foto del despojo
Mientras se prometía turismo sin visa, se sellaron acuerdos que desdibujaron la soberanía argentina.
El anuncio del Visa Waiver se dio durante la visita oficial de Kristi Noem, secretaría de Seguridad Nacional de Estados Unidos. La foto oficial, la muestra sonriente junto a Javier Milei, Patricia Bullrich y Gerardo Werthein. Pero detrás del asado criollo y las cabalgatas simbólicas en Campo de Mayo, se tejían pactos que comprometen la autonomía nacional.
Kristi Noem: funcionaria del ala dura del tropismo, conocida por sus políticas de deportación masiva y retórica antiinmigrante, fue clave en endurecer el control fronterizo en EE.UU.
Patricia Bullrich: nunca pierde la oportunidad para sacar una tajada para beneficio propio, una ministra de seguridad promotora de la cooperación militar, la doctrina de enemigo interno, y los acuerdos antiterroristas con EE.UU.
Gerardo Werthein: Canciller con perfil empresarial, que refuerza una política exterior de alineamiento con Washington.
Acuerdos firmados (y ocultos)
Una Carta de intención para el Visa Waiver Program, con compromisos de cooperación judicial y migratoria, una especie de Memorando de Seguridad Bilateral que incluye intercambio de datos biométricos, expulsión acelerada de argentinos requeridos, y acuerdos sobre pesca ilegal, narcotráfico y terrorismo.
Todo esto sin olvidar el silencio absoluto sobre Tierra del Fuego, que mientras tanto, sufre la instalación de bases militares y el quiebre industrial.
Este no es el país que soñamos, y no será el país que dejaremos.
Seguramente Kristi Noem, figura poderosa del Homeland Security estadounidense tiene mucho trabajo que hacer en nuestras tierras
La reciente visita a Buenos Aires de Kristi Noem, figura poderosa del Homeland Security estadounidense, dejó más que sonrisas y titulares, detrás del anuncio electoralista del Visa Waiver, ese permiso que promete a ciertos argentinos viajar sin visa a Estados Unidos, se oculta un entramado de exigencias que modifican profundamente la política migratoria nacional, a cambio de este supuesto “privilegio”, el gobierno libertario habría aceptado condiciones que tensionan la soberanía, desdibujan el marco constitucional y ceden ante una visión represiva que amenaza con convertir a la Argentina en una sucursal vigilada de la geopolítica norteamericana.
Noem, apodada “la caza-migrantes” por su historial de endurecimiento fronterizo, llegó acompañada de una batería de preguntas formuladas en voz baja pero cargadas de sospechas, ¿por qué hay tantos ciudadanos rusos en la Argentina?, ¿cómo acceden al pasaporte nacional?, ¿hay espías escondidos entre ellos? También apuntó a los miles de venezolanos que cruzaron nuestras fronteras en los últimos años y al acceso, casi sin filtros, de ciudadanos bolivianos, Todo bajo una lógica que recela del migrante como potencial amenaza y que exige al país “puente” convertirse en peaje.
El caso más llamativo es el ingreso sin control del vicepresidente iraní Sharam Dabiri, que paseó por Ushuaia como cualquier turista.
Las fotografías que él mismo compartió activaron las alarmas en Washington y destaparon una preocupación que atraviesa las exigencias del HS, la Argentina ya no puede ser un territorio de bienvenida, sino un espacio de vigilancia.
A todo esto, se suma la obsesión norteamericana con la Triple Frontera, esa zona caliente de la geografía latinoamericana donde nunca se detectó un arma ni una célula terrorista, pero que es señalada por EE.UU, como centro de financiamiento de organizaciones palestinas. Allí, comerciantes sirio-libaneses son acusados de aportar dinero a instituciones vinculadas a Hamas, en un juego de sospechas que nunca termina de comprobarse pero sí de condicionar políticas públicas.
Como si fuera poco, los informes norteamericanos señalan que en cárceles argentinas hay presencia del Primer Comando Capital y del Comando Vermelho, bandas narcocriminales brasileñas que ya controlan penales y operaciones en Paraguay.
Estas alertas son utilizadas para reclamar mayor cooperación policial, el objetivo de Washington es poner en marcha Ameripol, una suerte de Interpol continental que permitiría el intercambio de inteligencia criminal entre países.
Hay resistencias: Brasil, Chile, Uruguay, Bolivia y Colombia ven con desconfianza una herramienta cuya opacidad podría vulnerar derechos y libertades.
Mientras se anuncia con bombos y platillos la apertura del Visa Waiver, el trasfondo es claro: los norteamericanos participan del acto electoral que favorece a su aliado en el Sur, pero cobran caro el gesto diplomático, las exigencias no se difunden, pero su impacto sí, se endurecen los criterios de residencia y nacionalización, se revisan antecedentes en secreto, se construye una lógica de sospecha permanente. La Argentina, tierra que en su preámbulo constitucional se declara “abierta a todos los hombres del mundo que quieran habitar en su suelo”, corre el riesgo de transformarse en un espacio vigilado, donde la política migratoria responde más a las demandas externas que al compromiso histórico con el refugio, el asilo y la esperanza.
El peaje no es solo legal, es político, simbólico y ético. ¿Vale la pena ceder tanto por un privilegio migratorio? ¿Qué país queremos ser cuando aceptamos condiciones que niegan nuestra propia historia? La editorial busca abrir ese debate, sin estridencias pero con firmeza.
Ya fuimos invadidos por el imperialismo, y hombres como San Martín y Belgrano entregaron cuerpo, letra y sangre para expulsarlos de estas tierras. ¿Qué dirían hoy, al ver cómo se entrega lo que ellos defendieron con vida? ¿Qué pensaría Belgrano al ver flamear banderas extranjeras donde antes flameaba la esperanza?
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