Necesitamos una defensa visceral hacia la soberanía y hacia la Constitución, necesitamos el respeto por la historia argentina y claro, necesitamos una mirada muy diferente a la hora de hablar de políticas de exterior.
Por Jesús Marcelo Delise [email protected]
Las declaraciones de Peter Lamelas, propuesto por Donald Trump como embajador en Argentina, han generado un revuelo justificado, en su audiencia ante el Senado de EE.UU. Lamelas cuestionó a la argentina y la autonomía de las provincias, sugiriendo que podrían negociar con China y que eso “contribuirían a la corrupción”.
También afirmó que su rol será “viajar a todas las provincias” para establecer vínculos directos con los gobernadores, más allá del gobierno nacional. Por otra parte, se refirió a Cristina Fernández de Kirchner, diciendo que “debe recibir la justicia que merece”, en una clara intromisión en asuntos judiciales internos y todo esto sin olvidar el apoyo a javier Milei en las elecciones legislativas y en su eventual reelección.
En estos tiempos de Milei, todo puede pasar: incluso que un tal Donald Trump nos mande a un embajador para que nos diga cómo tenemos que hacer las cosas, cuestione la independencia de las provincias y hable de la dirigente más importante de su historia política de forma despectiva entremetiéndose en asuntos que no le compete.
Donald Trump, quien anunció un impuesto del 50% a las exportaciones brasileñas como represalia por el juicio contra Jair Bolsonaro, recibió fuertes respuestas del presidente del Brasil Lula da Silva.
Lula aplicó toda la fuerza de su poder presidencial para prometer una Ley de Reciprocidad Económica y subir los aranceles a productos estadounidenses.
Su frase “ningún gringo le da órdenes a este presidente” se volvió viral y conectó con el sentimiento patriótico de muchos brasileños.
Lula se Plantó con firmeza ante Trump y gana apoyo popular, Milei permite que el embajador estadounidense Peter Lamelas haga declaraciones que muchos consideran una intromisión colonialista.
Gobernadores como Gustavo Melella, Sergio Ziliotto y Ricardo Quintela han sido contundentes: “No nos dejamos disciplinar por nadie” y “Argentina se respeta”. En cambio, el gobierno nacional guarda silencio, lo que muchos interpretan como entrega diplomática. Esta comparación no es solo política, es una radiografía de dos modelos de liderazgo frente al poder global.
La Nación y su cobertura televisiva
Los medios de comunicación no fueron ajenos a todo este embrollo y canales como la Nación + emitió las declaraciones de Lamelas en tono informativo y sin cuestionamientos, destacando su “compromiso con la democracia” y su “preocupación por la corrupción”.
En sus programas de opinión, algunos panelistas justificaron la postura del embajador como parte de una “estrategia geopolítica legítima” frente a China y el kirchnerismo.
No hubo menciones críticas al hecho de que Lamelas se refiera a Cristina Kirchner como alguien que “debe recibir la justicia que merece” ni a su intención de “vigilar provincias”.
Clarín: entre diplomacia y omisión
Clarín Publicó una nota destacando la respuesta de China a Lamelas, pero sin emitir juicio sobre el contenido de las declaraciones del embajador.
Evitó calificar como “intromisión” el anuncio de que recorrerá las provincias argentinas para frenar acuerdos con China, en lugar de cuestionar el tono intervencionista. lo siento es que el diario se centró en la “tensión entre potencias” y en el rol de Argentina como “campo de batalla geopolítico”. A diferencia de medios como Página/12 o Crónica, que hablaron de “colonialismo diplomático”, Clarín y La Nación+ no utilizaron términos críticos como “injerencia”, “violación de soberanía” o “doctrina Monroe”.
Este enfoque ha sido interpretado por algunos analistas como una validación tácita del alineamiento de Milei con Washington y una forma de deslegitimar las voces provinciales que se han alzado en defensa del federalismo.
Mientras gobernadores y referentes opositores repudian con fuerza las declaraciones de Lamelas, los medios hegemónicos parecen optar por acompañar el relato oficial, evitando confrontar con el gobierno nacional o con el embajador propuesto por Trump.
Es innegable que al presentar las declaraciones del embajador sin crítica, los medios contribuyen a que la ciudadanía perciba como “natural” que un diplomático extranjero opine sobre gobernadores, acuerdos comerciales o figuras políticas locales. Al minimizar o ignorar el repudio de los gobernadores, se debilita la idea de que las provincias tienen voz propia y deben ser respetadas como actores políticos autónomos.
Ya no es un juego escuchar cómo buscan reforzar la narrativa de que Argentina debe alinearse con EE.UU para “combatir la corrupción” o “frenar el avance chino”, sin abrir el debate sobre los costos en soberanía.
Lo cierto es que a cada paso que damos perdemos decisión de cómo tenemos que manejar nuestras cosas, de cómo tenemos que comportarnos en nuestra propio territorio, vale decir, perdemos soberanía política y en consecuencia, independencia económica.
Mientras permanecemos estático antes las declaraciones de Peter Lamelas Se genera una asimetría informativa, ya que gran parte del público, recibirá una versión parcial de los hechos, lo que dificulta el debate democrático.
Lo cierto, es que se erosiona el pacto federal si las provincias son vistas como subordinadas o irrelevantes, y lo peor, se debilita el modelo constitucional argentino cuando el comportamiento de los medios no solo informa, sino que forma opinión, y en contextos de alta polarización, puede inclinar el tablero político.
Mientras Estados Unidos despliega una agenda geopolítica que busca convertir a Argentina en un aliado subordinado en su disputa con China, el presidente Javier Milei opta por presentarse en Córdoba como figura estelar de un evento partidario con formato de stand-up, el llamado Derecha Fest
El evento, con entradas pagas y estética provocadora, incluyó discursos contra el peronismo, el feminismo y la izquierda, con Milei cerrando la jornada con su exposición “La construcción del milagro”.
La puesta en escena fue descrita como una “orgía de palabras libertarias” y un culto al núcleo duro de su militancia.
Mientras tanto, la política exterior queda en segundo plano, sin respuestas oficiales ante las declaraciones del embajador Peter Lamelas, que prometió “vigilar provincias” y condicionar acuerdos con China.
Algunos medios afines al oficialismo, ya especulan con beneficios diplomáticos y económicos por el alineamiento con EE.UU., sin cuestionar el costo en soberanía.
La cobertura mediática de Clarín y La Noción+ ha sido benévola o neutral, evitando términos como “injerencia” o “colonialismo diplomático”
En este contexto, el contraste entre el espectáculo político y el silencio diplomático desnuda una lógica de gobierno que prioriza la performance sobre la institucionalidad.
Y con estos colores tan deprimentes, nuevamente un proceso electoral está a la vuelta de la esquina y quisas, una oportunidad para torcer el cursos de las cosas y encausarnos para conseguir que nuestra soberanía sea respetada.
A mi modo de ver, deberíamos entender que seguirles los pasos a Lula da Silva podría ser una buena idea, después de todo, ya sacamos una vez al imperialismo a puro sablazo y aceite hirviendo, quisas, sea hora de poner el pecho nuevamente y recordarle a los gringo al buen estilo de Lula, que nuestra patria no está en ventas y cada argentino es único soberano de estas tierras.
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