Esa maldita costumbre de Javier Milei de pactar y nunca cumplir con su pacto.
Por Jesús Marcelo Delise [email protected]
Que Milei pacta y no cumple ya es parte de lo que sabemos, lo que no se puede entender, ¿como se puede tropezar una y otra vez con la misma piedra?.
Daniel Parisini, más conocido como El Gordo Dan, quedó fuera de su propio ecosistema libertario, su exclusión de las listas legislativas de La Libertad Avanza (LLA) en la provincia de Buenos Aires, no solo lo dejó fuera de la contienda electoral del 7 de septiembre, sino que también lo convirtió en blanco de burlas y memes en redes sociales.
A pesar de haber manifestado públicamente su intención de competir contra Cristina Kirchner, quien priorizó figuras como Eduardo “Lule” Menem, Martín Menem y referentes del PRO.
Su ausencia fue interpretada como un desplante por parte de la dirigencia libertaria, especialmente hacia los sectores más radicalizados como Las Fuerzas del Cielo, el grupo juvenil que él lidera.
Daniel Parisini fue denunciado por legisladores de Unión por la Patria por incitación a la violencia y mensajes antidemocráticos, como pedir “sacar los tanques a la calle” y “dinamitar el Congreso” durante una sesión en el Senado.
También se despegó públicamente de Pablo Emanuel López, ex concejal salteño de LLA, tras una denuncia por extorsión sexual, Parisini pidió disculpas por haberlo respaldado previamente.
Su reacción ante la exclusión fue ambigua, en su programa de streaming simuló un problema técnico para evitar hablar del tema, algunos lo interpretan como una forma de evitar confrontar públicamente con Karina Milei y el armado oficialista.
Esa maldita costumbre de Javier Milei de pactar y nunca cumplir
El estilo de Javier Milei para negociar y luego desentenderse de los compromisos asumidos ha generado tensiones incluso con aliados clave como Mauricio Macri y varios gobernadores, el Pacto de Mayo, firmado en 2024 con 17 gobernadores, incluía 10 compromisos en áreas como educación, reforma tributaria y coparticipación, a un año, solo 2 se cumplieron, 3 están avanzados, 4 tienen demoras y 1 sigue completamente incumplido.
La Coparticipación federal, uno de los puntos más sensibles, fue directamente ignorada, las provincias siguen reclamando, pero no hay avances concretos, Incluso la Relación con Macri a sido un fiasco en todas sus características.
Aunque Milei y Macri compartieron cenas y proyectos, el expresidente terminó decepcionado, dijo que ya no ve “a ese Milei que me invitaba a comer milanesas en Olivos” y que el entorno presidencial lo manipuló hacia un proyecto de poder que desvió la energía.
Gobernadores que apoyaron reformas y votaron leyes clave se encontraron con recortes, falta de obras y promesas vacías, Incluso Mauricio Macri, que intentó sostener una alianza estratégica, se vio marginado en decisiones clave como el armado de listas en CABA y PBA
Entonces uno siempre se preguntará ¿qué pasa con quienes son golpeados fuertemente y después vuelven a meter la cabeza en la guillotina?
La única verdad es la realidad, y en la realidad argentina de hoy, los pactos duran menos que una promesa de campaña. Javier Milei, que supo presentarse como el apóstol de la sinceridad brutal, pero lo cierto es que ha perfeccionado el arte de pactar y no cumplir.
Lo vimos con gobernadores que pusieron la firma, cumplieron su parte, votaron leyes en nombre del Pacto de Mayo, y luego fueron traicionados por un Ejecutivo que los dejó sentados en una mesa vacía.
Es la historia de un país que tropieza una y otra vez con la misma piedra, es la historia de un liderazgo que promete grandeza institucional mientras administra a puro tuit, desdén y recortes.
Mauricio Macri, ex presidente y estratega del reencuentro liberal, compartió milanesas y mesas con Milei. Pero hoy ni siquiera recibe una llamada, sus viejos compañeros se acomodaron vendiendo convicciones al mejor postor, mientras él cosecha silencio y desprecio.
Milei, que alguna vez prometió lealtad, y claro, terminó pactando con todos, menos con sus promesas.
Pero esa maldita costumbre de pactar y no cumplir parece que tambien va para los suyos y así, el infame “Gordo Dan”, ha sido desplazados del tablero político por figuras más dóciles y funcionales.
Nadie puede negar que el gordo Dan es parte a estas horas de la ley del descarte, los libertarios son muy prácticos, cuando algún jugador ya no sirve, se los apaga como se apaga un live de streaming con un problema técnico falso.
Pero no se trata solo de nombres. Se trata de entender que el poder, cuando se aleja de la vocación pública, convierte pactos en trampas y alianzas en simulacros, ya que se firma para figurar, y se rompe para gobernar con mano invisible.
La Argentina no necesita más mesas vacías, necesita compromisos que se cumplan, palabras que pesen, y dirigentes que entiendan que la confianza ciudadana no se firma con tinta invisible.
Que personajes como el Gordo Dan hayan quedado fuera del tablero, seguramente es un alivio para las instituciones, ya que no podemos construir una nación más justa con matones de turno, pero que los pactos políticos no se cumplan, no solo desprestigiar a la política, desnuda una cocina que solo puede servir papillas como para que las mentiras sigan su curso.
En tiempos donde la palabra empeñada parece tener menos valor que un meme viral, hay algo que no podemos perder, la dignidad como pueblo, porque pactar no es solo firmar; es asumir una promesa frente a millones de vidas que esperan ser respetadas.
La política que no honra la palabra termina vaciando la democracia de sentido, y una nación que se alimenta de promesas incumplidas solo engorda su desencanto.
La Argentina que soñamos no se construye con trolls, ni con mesas vacías, ni con cocinas de papillas digestivas para mentiras blandas, se construye con verdad, con coraje, y sobre todo con una ciudadanía que no se conforma con mirar cómo se reparten los cargos, los exige, los fiscaliza, y los confronta.
Hoy, más que nunca, es tiempo de recordar que la palabra debe valer más que el cargo, y que la patria no se dirige desde una red social, sino desde el compromiso real con su gente.
La exclusión de Daniel Parisini de las listas no significa su desaparición del tablero político, al contrario, su marginación puede ser el germen de un nuevo escenario de odio dentro del propio seno de La Libertad Avanza, porque cuando se expulsa sin diálogo, se corre el riesgo de que el resentimiento se organice, y nadie conoce mejor que Milei y Karina el poder destructivo de los soldados digitales cuando se sienten traicionados.
Las Fuerzas del Cielo, ese ejército virtual que alguna vez fue el músculo de la campaña libertaria, hoy se siente desplazada, humillada y sin lugar para seguir acumulando odio, aunque hoy, comenzó a construir un odio más personal, ya que la mirada está clavada entre los suyos.
Y en ese vacío, el Gordo Dan puede convertirse en algo más peligroso que un candidato frustrado o despechado, puede convertirse en un agitador sin freno, sin estructura, sin responsabilidad institucional, un francotirador digital que ya no responde a nadie.
La Libertad Avanza, que nació como una promesa de ruptura con la casta, corre el riesgo de incubar su propia casta de despechados. Y si no se gestiona ese dolor con inteligencia política, el odio puede volver disfrazado de rebeldía, porque en política, lo que se margina sin resolver, siempre regresa, y a veces, regresa más virulento que nunca.
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