Pepe Mujica, una fuerza poética que lo coloca en la memoria colectiva como un líder distinto, ajeno a las estructuras de poder tradicionales, un hombre cuya coherencia y humildad traspasaron fronteras.

El pepe del Volkswagen escarabajo, El Pepe de la palabra pausada y el de las frases simples, El pepe que dio la pelea cuando hubo que darla pelea, El pepe de la austeridad y del pensar en aquel que menos tiene, el Pepe de la unidad y los pensamientos colectivos, el Pepe de la reflexión enérgica y tan simple, como las palabras mismas que lejos de retóricas complejas, son un telegrama directo al corazón.

Por Jesús Marcelo Delise [email protected]

Pepe Mujica se fue de viaje y Latinoamérica lo llora, lo extraña y lo siente en su alma. Mientras tanto, salen de su madriguera los repugnantes, los soberbios que poco saben de la historia latinoamericana, que poco sabe de sus luchas, de sus glorias y de sus fracasos.

Parece que nunca debe faltar esa mirada mezquina, esa mirada llena de odio y de contemplaciones aberrantes, quisas porque ser un idiota no solo sea más fácil, sino menos comprometedor.

Cuando los grandes se van, los estúpidos parecen tener la oportunidad de ser aún más estúpido, aunque sea por esa fracción de estupidez que no se explica, simplemente se desprecia.

Surdo hijo de puta dijeron algunos libertario y el simplemente, le pediría perdón por pasarse de la raya, porque un adversario, no es un enemigo.

La vida de Pepe, estuvo marcada por una transición significativa: de guerrillero tupamaro en los años 60 y 70, enfrentando la dictadura uruguaya, a presidente con una filosofía política basada en la austeridad, la democracia y el pragmatismo.

Este cambio, lo convirtió en un referente internacional, admirado por sectores progresistas por su defensa de la equidad social y criticado por quienes consideran que su visión económica era demasiado estatista.

Desde la mirada de sus detractores, en especial aquellos cercanos a la visión de Javier Milei, se lo acusa de haber promovido un modelo de gobierno que priorizaban el estado sobre el mercado, lo cual, según ellos, genera atraso económico. Para estos sectores, su pasado como guerrillero también es un punto de conflicto, considerándolo una mancha en su historial, Claro que vale nuevamente aclarar que de historia, saben muy poco.

Por otro lado, sus seguidores, lo valoran como un ejemplo de coherencia, honestidad y empatía política, ¿Qué más Puede necesitar un hombre como Mujica para sentirse pleno?

Muchos resaltan su renuncia al lujo y su defensa de los derechos humanos, argumentando que su modelo no se basaba en el dogma sino en soluciones prácticas para las desigualdades de su país.

Quienes defienden a Mujica lo ven como un ejemplo de liderazgo honesto, cercano a la gente y con una visión pragmática de la política. Resaltan su filosofía de austeridad, el hecho de haber donado la mayoría de su salario presidencial, y su estilo de vida humilde, que lo diferenciaba de otros líderes tradicionales.

Lo consideran un político que supo equilibrar ideales progresistas con una aplicación moderada, sin caer en el extremo dogmático. En términos económicos y sociales, sus seguidores sostienen que no promovió un comunismo radical, como le atribuyen sus críticos, sino un modelo de bienestar basado en la justicia social. Aseguran que sus políticas buscaron fortalecer la educación, la salud pública y el empleo digno, sin imponer medidas económicas que afectarán de forma severa la iniciativa privada.

Además, reivindican su pasado tupamaro dentro de un contexto de resistencia a la dictadura, argumentando que evolucionó hacia una política democrática y pacifista.

Existe Momento donde hay que luchar por esos ideales que hablan de libertad y hay momento que la reflexión, es el camino, y claro, ese camino también es una pelea, pero una pelea que busca acordar y reconciliar el pasado con el presente.

Mujica se convirtió en una figura internacionalmente reconocida. Su liderazgo inspiró a sectores progresistas que buscan una política más cercana a las necesidades sociales, mientras que su estilo disruptivo incomodó a aquellos que defienden una visión más liberal de la gestión económica. Su legado sigue siendo un punto de debate entre quienes ven en él un modelo de honestidad política y quienes lo consideran un exponente de un sistema ineficaz.

Hoy pude leer mucho odio salido de pensamientos insignificantes y claro, mientras más estúpidos y rufianes de los dogmas amago leía pensaba:  en un Pepe Mujica con una fuerza poética que lo coloca en la memoria colectiva como un líder distinto, ajeno a las estructuras de poder tradicionales, un hombre cuya coherencia y humildad traspasaron fronteras.

Y regresó a su imagen, con el Volkswagen escarabajo y sus frases pausadas, y en cada oportunidad que tuve de escucharlo, supe que no era un artificio, sino la expresión genuina de su forma de ver el mundo: el poder no debe corromper, la política debe servir, y el adversario no es un enemigo.

Cuando los grandes referentes se van, emergen las voces que buscan empañar su legado con ataques viscerales. Mujica, sin embargo, nunca respondió al odio con odio, siempre mantuvo el principio de que el diálogo debía prevalecer sobre la confrontación brutal. En tiempos donde las diferencias ideológicas se convierten en trincheras impenetrables, su forma de entender la política como un ejercicio de humanidad se vuelve aún más valiosa.

Latinoamérica, con sus luchas, sus sueños y sus dolores, despide a Pepe con el llanto de quienes reconocen que su partida deja un vacío.

Pero los pensamientos y enseñanzas de aquellos que han marcado caminos no mueren con ellos, sino que continúan en quienes deciden recoger la bandera.

 

Mujica no era un líder de la pompa ni de los discursos grandilocuentes, sino uno de gestos concretos y palabras simples. Su ausencia se siente, su huella sigue viva y por más que desde este lado de una Latinoamérica reducida a la estupidez quera manchar su legado, los que supimos aprender de sus enseñanzas, lo veremos conducir su Volkswagen escarabajo rumbo a la libertad, esa libertad que nada tiene que ver con la libertad de los inútiles, sino de las grandes historias que nunca morirán y siempre estarán presente en la imagen colectiva de los pueblos.

Buen Viaje pepe, Gracias, por tanto.

 

 

 

 

 

Jesus Marcelo Delise