La corrida, la inflación y el yate agigantan a Milei. Bullrich gana apoyo en el establishment mientras Larreta suena como jefe de gabinete de Massa.
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Antes, durante y después del encuentro que tuvo a Javier Milei como actor principal, Juan Nápoli estuvo en línea con Luis Barrionuevo. El presidente del Banco de Valores fue el encargado de organizar la disertación del ganador de las primarias ante un grupo de empresarios que abandonaron el Coloquio de IDEA para escuchar el mensaje del ex jefe de economistas de Eduardo Eurnekian. Pero no lo hizo solo: contó con la logística del sindicalista gastronómico que ve en Milei al nuevo Carlos Menem y se dispone a fiscalizar para los libertarios el 22 de octubre.
Napoli no solo fue el encargado de darle la bienvenida a Barrionuevo a las fuerzas del cielo, a fines de agosto y a través de X. Además, participó hace dos semanas en el Coloquio sobre Política, Economía y Real State en el hotel Sasso del sindicato gastronómico. «Barrionuevo organizó todo desde afuera. A Luis lo escondieron, pero fue el que armó todo y pagó todo», dice uno de los empresarios que estuvo en la terraza del restaurante Furia invitado por el financista que además es candidato a senador de LLA en la provincia de Buenos Aires.
La ausencia de Barrionuevo en Mar del Plata y la ironía de que su novia no lo deja hablar de política es parte de un acuerdo entre la ultraderecha y el mismo sindicalista que hace cinco meses presentó a Eduardo «Wado» De Pedro en un congreso de su gremio como «el futuro presidente de la Nación». Eterno miembro de la casta, el ex funcionario menemista que hace tres décadas le dio la bienvenida a Sergio Massa al peronismo de San Martín ahora milita a tiempo completo por la victoria de Milei y viene de organizar un encuentro hace dos semanas con sindicatos en Parque Norte. La mecánica es siempre la misma: Barrionuevo organiza pero se cuida de no aparecer.
La aparición de Milei en Mar del Plata puso a prueba la capacidad de Napoli para lidiar con lo impredecible. El maltrato público del candidato a Gabriel «Pajaro» Martino desconcertó a los empresarios que habían migrado desde el Sheraton y dejó devastado al ex CEO del HSBC que hasta el 13 A trabajó para Horacio Rodriguez Larreta. Ansioso por abonar al proyecto de Milei, Martino colaboró con Napoli en la visita a la mansión de «Gerry» Mato en Greenwich Connecticut y hasta se solidarizó en público con los actos de Victoria Villarruel. Sin embargo, Milei lo fulminó en Furia y lo dejó destrozado, según la definición de uno de los asistentes al almuerzo. Por un buen rato, no se lo escuchó hablar más. Casi 24 horas después, Martino descargó su ira con Milei y descubrió de repente que es un dolarizador «sin plan que alimenta la corrida hablando de lo bueno» que es un peso pulverizado. Mucho peor, lo igualó con Massa, «el piromaniaco ministro candidato que por un voto emite sin parar».
Entre varios de los empresarios que se sentaron a escuchar al candidato de La Libertad Avanza quedó un sabor agrio. Poco habituados a que un partidario del extremismo de mercado los exponga como parte de la casta, hombres y mujeres de negocios experimentaron en carne propia una sensación que se advierte en los mercados
Con tres candidatos que compiten por ver quién ofrece mejores garantías al poder económico, el riesgo país llega a 2700 puntos, el nivel más alto del año, los bonos se derrumban y las acciones alternan algún repunte con una caída pronunciada.
Hombres y mujeres de negocios entre los que estaban Cristiano Rattazzi, Bettina Guardia de Bulgheroni y Marcelo Figueiras tenían sensaciones ambiguas. Algunos sintieron haber estado ante el inevitable presidente, otros se espantaron por los modos de un candidato que no se esforzó en lo más mínimo en seducirlos. Entre ese grupo, que a último momento incorporó a Martino, se consolidó la impresión de que Milei cuenta en su beneficio con el fracaso elocuente de las dos coaliciones que se alternaron en el gobierno en los últimos 8 años pero no tiene nada para gobernar. «Tenemos el teléfono. Si ahora nos están llamando las 24 horas, cuando ganemos, nos va a explotar el teléfono. Todos quieren ser parte de lo que viene», le dijo uno de los hombres de Milei a un empresario que le mencionó la palabra maldita, gobernabilidad.
Junto con Rattazzi, Eduardo Constantini y Alejandro Bulgheroni -que lo asoció al futuro hace dos semanas en el Club del Petroleo-, el candidato que reivindica al menemismo y la última dictadura militar fascina a un grupo de empresarios entre los que lucen orgullosos Sebastian Braun, Gonzalo Tanoira y Eduardo Bastitta.
El temerario Milei activa en sus detractores el fantasma de la asamblea legislativa, Massa carga con una gestión de variables descontroladas que lo incrimina mientras compite y Bullrich, tal vez la preferida del establishment, tuvo que acudir a Carlos Melconian y aparece rezagada en el escenario siempre parcial y provisorio que trazan las encuestas. Eso explica el nerviosismo de los dueños y la inestabilidad de los mercados.
A dos semanas de las elecciones presidenciales, la fragilidad extrema del gobierno que conduce Massa queda expuesta en forma letal con la disparada del dólar paralelo. El contado con liquidación que suelen utilizar las empresas para sacar dinero al exterior cerró el viernes a 895 pesos. A mediados de septiembre, estaba a 725. El blue aumentó 80 pesos en una semana y la brecha cambiaria, el síntoma de una economía inviable, escaló hasta el 140%.
El pánico que genera Milei hacia el futuro en parte de la población se licua en otros por el presente de una inflación sin freno que el INDEC tiene que difundir días antes de ir a votar. El IPC de la Ciudad de Buenos Aires anuncia malas noticias para el gobierno nacional: no bajó en septiembre sino que subió del 10,4 en agosto a 12% y con el precio de los alimentos volando a 14,1%. Acumula 140,9% en el último año. Escindir los efectos de ese terremoto cotidiano a la hora de ir a votar no será sencillo para quienes definen su voto a último momento y perdieron o no conocen las certezas militantes.
En el Coloquio de IDEA que tuvo a una Bullrich aplaudida como única candidata presente, circuló una variante que viene asociada a la unidad nacional que promociona Massa: la posibilidad de que Horacio Rodríguez Larreta sea el jefe de gabinete de un eventual gobierno massista que incluya a ministros radicales y peronistas que hoy están en el PRO. «Menos Patricia y Macri, vamos a estar todos ahí. El problema es que si Sergio cae, Milei muerde el triunfo en primera vuelta», arriesga un sobreviviente que integró el ala política del macrismo en el gobierno. El porteño Larreta, que dice estar apoyando a Bullrich. todavía se confiesa aturdido por la derrota que sobrevino a una inversión descomunal en todo el país.
El equipo de colaboradores de la ex ministra de Seguridad de Macri habla cada vez en forma más abierta del riesgo de hiperinflación y comparan al peronismo actual con el final de Raúl Alfonsin. Recuerdan que en 1989 la inflación escaló en cuatro meses (7, 10,17 y 33) y advierten que el oficialismo está jugando con fuego.
La campaña de Milei se beneficia con la escalada del dólar de los últimos días. Entre las razones de la corrida, está la profecía autocumplida de un candidato que predica por la dolarización y la fragilidad extrema de un gobierno que tuvo una sequía histórica pero también dilapidó un superávit comercial excepcional: U$S 45.000 millones según el centro CIFRA de la CTA.
Entre las fuerzas que apuestan a la victoria de Milei, fantasean con un escenario apocalíptico antes del 10 de diciembre, que les allane el camino para llegar al poder con el trabajo sucio consumado. Así podría imponerse una dolarización de hecho en una Argentina competitiva en base a salarios pulverizados. Lo admitió el candidato en Mar del Plata: «Cuanto más alto esté el precio del dólar, dolarizar es más fácil».
Diseñada por un poder que planificó electrocutarlo a 20 días de las elecciones más importantes de los últimos 20 años, la caída de un Martin Insaurralde que hace años estaba regalado exhibe un modo de concebir la política como sinónimo de negocios, pero es ahora un problema adicional para su amigo Massa. Pero sobre todo para Axel Kicillof y Cristina Fernández.
Como si fuera un plan diseñado por profesionales, las imágenes de Marbella calzan a la perfección en la maquinaria de un Milei que se alimenta del colapso de la casta. El objetivo de alambrar la provincia de Buenos Aires en función de un escenario de derrota nacional entra en zona de riesgo. En Lomas de Zamora, el bastión que el kirchnerismo heredó de Eduardo Duhalde en la tercera sección electoral, reinaba el político más conocido de ese país que es el Gran Buenos Aires, con 11 millones de habitantes.
La figura Insaurralde, que llegó a ganar con el 67% de los votos en 2011, conspira de repente contra las chances de Federico Otermin, que obtuvo el 41% de las adhesiones en agosto. Milei compite con el empresario gastronómico Antonio Volponi, al que en Juntos vinculan de varias maneras con el mundo Insaurralde. Nestor Grindetti cree que Guillermo Viñuales, el candidato de Juntos que fue jefe de gabinete de Insaurralde, puede ganar la intendencia si salta del 28% de agosto y llega al 35% de los votos. La directora de Poll Data, Celia Kleiman, sostiene lo contrario. Piensa que el caso no va a tener impacto en el voto de Massa. Al ministro candidato, dice, solo lo vota el núcleo duro del oficialismo, un segmento en el que la corrupción no hace mella.
El impacto trasciende al sur del Gran Buenos Aires por la ambición de un Insaurralde que, después de haber sido socio principal de María Eugenia Vidal y Federico Salvai, soñó con llegar a gobernador avalado por el kirchnerismo y por otros casos como el de Gustavo Menéndez, otro aliado de La Cámpora. El ex jefe de Gabinete de Kicillof, que fue impuesto por Máximo y Cristina tras la derrota de las PASO de 2021, cumplió su función a la perfección hasta que se entregó en Marbella, desligado por completo de la vida de las mayorías que decía representar. Durante los últimos dos años, Insaurralde aceitó las relaciones con intendentes, empresarios del juego y miembros del poder judicial, todo un universo al que repele a Kicillof por naturaleza.
El segundo debate presidencial puede definir el voto de una porción de la sociedad que se ve a sí misma obligada a optar por un menú que no ofrece garantías. Al lado de Milei piensan que los votos que Juan Schiaretti y Myriam Bregman pueden obtener dañan a sus rivales directos. Pero Massa todavía cree que, si logra entrar al balotaje, será el futuro presidente.
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