Corregir una malformación antes del nacimiento, desde el útero de la madre, representa una proeza médica que desde hace años es una realidad en Argentina.
Desde Pilar, el Hospital Universitario Austral es pionero en la cirugía fetal que le da batalla al mielomeningocele, también conocido como espina bífida. En diciembre último, el lugar realizó su intervención quirúrgica número 95, siendo la primera en el año 2015.
Otro centro médico del país que le sigue los pasos e incorpora esta tecnología revolucionaria es el Hospital Italiano, en tanto que el Hospital Garrahan, si bien cuenta desde el 2008 con un Programa de Diagnóstico y Tratamiento Fetal, todavía no practica cirugía intrauterina para corregir espina bífida.
El mielomeningocele o espina bífida es un defecto del tubo neural en el cual los huesos de la columna no se forman totalmente, quedando expuestos los nervios lo que trae como consecuencia parálisis de los miembros inferiores, incontinencia e hidrocefalia, que es la acumulación de líquido en el cerebro.
Antes de que la cirugía fetal irrumpiera en el ámbito de la medicina, la operación tradicional era a las pocas horas del nacimiento del bebé habiendo confirmado el diagnóstico en los estudios prenatales.
Problemas
“Lo que uno puede hacer si opera en la edad postnatal es evitar infecciones, porque el daño ya está hecho. En cambio, cuando se opera en la edad fetal, no lo cura, pero detiene completamente el proceso de daño que se produce por tener expuesta la médula en el útero”, señaló Daniel Russo, Jefe de Servicio de Cirugía Infantil del Austral y director del Programa de Cirugía Fetal.
El galeno, nacido en Chaco y egresado como médico cirujano de la Facultad de Medicina Universidad Nacional del Nordeste (Unne), Corrientes, lidera un equipo de más de 70 especialistas que trabaja para dar respuestas a las patologías que se diagnostican en el útero de la gestante, entre las cuales se encuentra el mielomeningocele.
Previo a adentrarse en el paso a paso de lo que implica la cirugía fetal, el especialista enumera las características de esta enfermedad discapacitante. “Se deteriora el funcionamiento de la médula y se desencadena también una serie de fenómenos, como la pérdida de líquido encéfalo raquídeo en la etapa fetal, lo que produce un cambio hidrostático en la circulación del líquido encéfalo raquídeo (…) Por un lado, hay un daño motor de las neuronas que están en la columna, en la médula, por la exposición del tejido neural que debiera estar cubierto y que cuando nace el bebé ya está dañado y es irreparable; y por otro lado, el cambio hidrostático produce la hidrocefalia y lo que se llama malformación de chiari tipo 2 que eventualmente necesitan un tratamiento”, explicó.
Y continuó: “La hidrocefalia necesita la colocación de una válvula para aliviar la presión dentro del cráneo y va deteriorando las estructuras craneales, pero además la malformación de chiari produce lesiones en el cerebelo y necesitaría alguna cirugía de descompresión, entre un 20 y 30 % de los pacientes, en una etapa posnatal para evitar las consecuencias de la compresión medular”.
Avances
La revolución comenzó a tejerse en los años ‘80 y se consolidó más tarde, en 2011, con la publicación de un estudio realizado en Estados Unidos llamado MOMS (The Management of Myelomeningocele Study), que demostró el beneficio de la cirugía fetal con respecto a la cirugía postnatal en lo que es la sobrevida, la movilidad, la reducción de colocar una válvula en el cerebro; duplicando las chances de que el niño camine sin órtesis. Este estudio establece que la intervención intra – útero puede hacerse hasta la semana 26 de gestación.
“Tenemos demostrado y validado; lo hemos presentado a nivel internacional que hay muy buenos resultados si operamos hasta la semana 27, lo cual nos da un margen más amplio porque el estudio MOMS se hizo hasta la semana 25, 26. Nosotros extendimos esta indicación lo que favoreció a muchos chicos”, contó Russo.
Según las estadísticas del Hospital Austral, el 77 % de sus pacientes camina, corre o sube escaleras sin ningún tipo de ayuda. Sólo el 18 % necesita válvula o bien nacen con las heridas completamente cerradas, y más del 90 % reduce la lesión de los chiaris.
Respecto a la operación sostuvo que actualmente manejan dos modalidades: cirugía fetal abierta y la fetoscópica; la primera demanda 120 minutos y la otra, un promedio de tres horas.
“No puede ser una operación muy extensa porque hay una exposición del feto, del útero, y de la mamá a un procedimiento bastante complejo. Hay dos modalidades para operar, una es la cirugía fetal abierta, que es una pequeña incisión que hoy hemos evolucionado y hacemos una incisión de apenas 3 centímetros y operamos el feto sin sacarlo del útero. Y la otra cirugía que es la fetoscópica, que no se abre el útero sino que se utilizan unos trocares muy delgados, como se opera una vesícula. Esa demanda más tiempo, en promedio tres horas, por la complejidad técnica”, desarrolló.
“Tenemos 95 mamás operadas de todo el país, desde el año 2015 que comenzamos en el Austral”, destacó, agregando que “la gran mayoría de las pacientes y tiene que ver con el buen diagnóstico, vienen de Córdoba, Mendoza, Neuquén, Río Negro, Santa Fé, Buenos Aires”.
(Télam)
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