Miles de personas se acercaron al anfiteatro de la ciudad de Dolores para acompañar a los padres del joven asesinado a golpes bajo la insignia «justicia es perpetua».
«Estoy de pie por Fernando», expresó Graciela Sosa entre el llanto y el dolor por la ausencia física de su hijo, al mismo tiempo que aseguró que esta lucha también es «por todas esas madres que también perdieron a sus hijos y no tuvieron justicia».
«Preparamos la valija en busca de Justicia, no queremos venganza, solo que paguen lo que le hicieron a mi hijo», dijo con la voz entrecortada, recordando el día que viajaron para asistir al juicio que enfrentan los ocho jóvenes de Zárate en el Tribunal Oral en lo Criminal Nº1 de Dolores.
Con profunda congoja, la mujer aseguró que Fernando era el que les daba «alegría» en sus vidas y que, ante su ausencia, están «vacíos y solos, sin nadie en la casa». También, la madre de quien fuera asesinado a patadas contó que cuando vio las imágenes de cómo los imputados en la causa se violentaban con Fernando hubiese deseado tirarse arriba del cuerpo de su hijo «para que no lo golpearan».
«Te amo Fernando, con toda mi alma. Es lo mejor que Dios me ha dado, era mi alegría, mi compañerito, hoy me quedé sin todo eso», concluyó Graciela.
Por su parte, su esposo, Silvino Báez, agradeció a quienes estaban presentes y sostuvo que necesitan «justicia y paz, para poder seguir viviendo un poco más«, al mismo momento que señaló que «en algún momento» va a volver a ver a su hijo.
El lugar estuvo repleto de carteles y remeras que pedían «justicia por Fernando y por todas las víctimas de violencia», junto a otros que decían: «Justicia es perpetua»; «Fernando está presente»; y «Su libertad caducó», en clara alusión a los ocho acusados por el crimen ocurrido en Villa Gesell y a esa frase que pronunció Lucas Pertossi cuando se enteró que habían matado a Fernando.
El homenaje tuvo, además, un momento inicial que conmovió a todos: los padres del joven de 18 años se ubicaron en el centro del escenario y prendieron tres velas que referían a los tres pilares de su familia, Fernando y ellos. También, se plantó un árbol de Jacarandá en el predio, porque era el árbol preferido del joven.
Más tarde, hubo momentos musicales muy conmovedores, ya que – luego de un minuto de silencio – una mujer interpretó una canción de Patricia Sosa, dedicada al joven que perdió la vida el 18 de enero de 2020, y luego pasaron un vídeo con fotos de Fernando y el tema «Motivos» de Abel Pintos de fondo.
Bajo el hashtag #HoyEsFernando, el acto central fue declarado de «interés municipal» por las autoridades dolorenses y contó con la presencia de los abogados querellantes, Fernando Burlando y Fabián Améndola, familiares de la víctima que llegaron con globos blancos y vestidos con remeras con la cara de Fernando, y algunas figuras públicas como el artista Flavio Mendoza y el piloto Marcos Di Palma, que viajaron especialmente para acompañar en el pedido de justicia.
En tanto, la oración interreligiosa estuvo a cargo del imán Marwan Gill, presidente de la Comunidad Musulmana Ahmadía Argentina; del pastor Marcelo López Pavón, representante de las iglesias evangélicas en Dolores; de Eugenia Calvi, ministra religiosa Afro-Umbandista; de Eric Escala, arzobispo de la Iglesia Anglicana en Argentina; del rabino Saúl Bonino, del judaísmo, y del monseñor Carlos Malfa, obispo de la Iglesia Católica en Dolores.
Cabe destacar que en el acto para recordar a Fernando Báez Sosa se apersonó la titular del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), Greta Pena, quien aseguró que «profundizará las políticas públicas que tengan como eje principal desarmar las matrices culturales de la discriminación», en relación a las palabras despectivas que los rugbiers pronunciaron al momento del ataque por el color de piel del joven agredido.
Además de Dolores, otras ciudades tuvieron convocatorias numerosas en relación al aniversario de la muerte de Fernando: Villa Gesell, Mar del Plata y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, más precisamente, en el Obelisco y en el barrio de La Recoleta, donde residía el joven que perdió la vida antes del viaje a Villa Gesell del que no volvería.
En tanto, el Colegio Marianista – donde Fernando terminó sus estudios secundarios – recibió donaciones de alimentos no perecederos, a fin de honrar la ausencia del joven, cuya principal virtud era la solidaridad.
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